Murió a los 96 años en el año 2.008. En el año 2.007 fue nominada al Premio Nobel de La Paz
«La razón por la cual rescaté a los niños tiene su
origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una
persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad.»
Irena Sendler, quien salvó a 2 500 niños del Gueto de Varsovia.
Cuando Irena caminaba por las calles del gueto,
llevaba un brazalete con la estrella de David, como signo de solidaridad y para
no llamar la atención sobre sí misma. Pronto se puso en contacto con familias a
las que ofreció llevar a sus hijos fuera del gueto. Pero no les podía dar
garantías de éxito. Lo único seguro era que los niños morirían si permanecían
en él. Muchas madres y abuelas eran reticentes a entregar a sus niños, algo
absolutamente comprensible pero que resultó fatal para ellos. Algunas veces,
cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar
hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados
al tren que los conduciría a los campos de la muerte.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación
del gueto en el verano de 1942, consiguió rescatar a más de 2 500 niños por
distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero
pronto se valió de todo tipo de subterfugios que sirvieran para esconderlos:
sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías,
bolsas de patatas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba
en una vía de escape.
El 20 de
octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la
infame prisión de Pawiak, donde fue brutalmente torturada. En un colchón de
paja encontró una estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en ti
confío”, que conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió
a Juan Pablo II.
Ella era la única que sabía los nombres y las
direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos. Soportó la
tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños
ocultos. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado
alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le
gritó en polaco "¡Corra!". Al día siguiente halló su propio nombre en
la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado
detener la ejecución sobornando a los alemanes, e Irena continuó trabajando con
una identidad falsa.
Una MUJER MODERNA
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